El cerebro de mi hermano
Gustavo Gabriel Gordillo
El cerebro de mi hermano es muchas cosas: es un testimonio por parte del autor al presenciar el declive de su hermano mayor, una crónica, un relato sin ficción, un relato súbito (le llamarían los gringos) una obra narrativa, o como diría el autor, un informe de los últimos momentos de su hermano.Indudablemente el lector podrá encontrar elementos que harán parte importante para no soltar la obra hasta terminarlo.
A mí me atrapó desde sus primeras páginas, pues el humor sarcástico de la voz del narrador logra la empatía con quien lo lee, hasta en los momentos más incómodos del informe. Sin embargo, también lo vital de la historia: la historia de dos hermanos.
De la hermandad que terminará a causa del mal inevitable por el cual todos debemos pasar: la muerte.Nostálgico, melancólico, irónico, cómico, sin ninguna esperanza para el protagonista en verlo recuperar sus sentidos (“negar la realidad ayuda a vivir”); a grandes rasgos es eso, y no solamente.
Creo que Rafael Pérez Gay logra el propósito con el cual los libros son: no soltarlo, o dejarlo el menor tiempo posible. Y también, esos aforismos nos recuerdan para ser mejores.
Que el lector se identifique con la voz narrativa o con la historia es algo bien logrado. Elementos de la ciudad, como los temblores que acontecen y la mayoría de los defeños les tememos, o como nuestros idealismos políticos que pueden distanciarnos de nuestros propios seres queridos, hay mucho con lo que podemos quedarnos.
Pero sin duda hay una frase con la cual puedo resumir este obsequio que le entrega Rafael a su hermano José María: “Me tomó años entender que la muerte es un hecho cruel que define la vida: sin la conciencia de este acto sin retorno, nadie comprenderá la índole misma de la existencia; si no admitimos que los días felices están contados, no hay lugar para el placer y la diversidad de cosas magníficas que hay en el camino a la tumba.”