Por: Diana Garrido
Las películas mexicanas que tocan temas que podrían resultar incómodos según ciertos criterios, han recorrido un largo camino en el país por evitar la censura
VÁMONOS CON PACHO VILLA (1937)
Fue dirigida por Fernando de Fuentes. La historia se basa en la segunda parte de la Revolución Mexicana (1913-1914) y fue protagonizada por Antonio Frausto, Domingo Soler y Manuel Tamés, por mencionar a algunos. Cuando se exhibió durante el sexenio de Lázaro Cárdenas se censuró el final, en donde Villa asesinaba a uno de sus lugatenientes y a su esposa. Después de esta película, de Fuentes fue desprestigiado, luego de haber tenido el primer éxito taquillero de la historia “Allá en el rancho grande”, sin embargo en los años sesenta se rescató tal cual era el filme y se convirtió en película obligada (en el buen sentido).
LA SOMBRA DEL CAUDILLO (1960)
Esta película fue dirigida por el afamado Julio Bracho, basada en la novela de Martín Luis Guzmán. En la trama, tanto del libro como de la película, se hace una severa crítica a Plutarco Elías Calles, por ello no se permitió su exhibición. A pesar de ello, la película se podía ver clandestinamente a través de cintas que circulaban entre los cinéfilos y/o los curiosos. Es protagonizada por Tito Junco, Tomás Perrín y Carlos López Moctezuma. Se exhibió por primera vez en el Festival Internacional de Cine de Karlovy Vary en la ciudad checa del mismo nombre. No fue hasta 1990, en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, que se permitió su exhibición.
LA VIUDA NEGRA
(1977)
Arturo Ripstein se hizo valer de la ya comprobada estrategia de los desnudos y sensualidad que proliferaba en los años setenta, así que echó mano de uno de los símbolos sexuales más importantes de la época: Isela Vega quién en su papel de Matea, se niega a ser seducida por un médico el cual la difama y hace pensar a un pequeño pueblo en donde viven que ella es amante del cura Feliciano. Ambos lo niegan, sin embargo, después de la acusación, sostienen un pasional romance que termina con la muerte del cura, convirtiendo a Matea en una especie de sacerdotisa a la que apodan “La Viuda Negra”. El tema y las escenas “escandalosas” para la época, obligaron a la cinta a mantenerse enlatada para estrenarse seis años después.
Para hacer buen cine se requiere seguir ciertas reglas, sin embargo, es bueno de vez en cuando desobedecerlas y usar temas que levanten una especie de polémica, que se denuncien cosas o que toquen hechos de la vida cotidiana y que nos negamos a enfrentar. La censura estará siempre al asecho de estos proyectos, depende de los realizadores y del público detenerla.