ÁLVARO RUIZ ABREU: CONMOCIÓN LITERARIA
Por Diana Garrido y John Mendoza.
Álvaro Ruiz Abreu nació en Monterrey, Nuevo león, el 6 de enero de 1947. Es crítico, biógrafo, escritor y profesor investigador de la UAM Xochimilco desde 1977. Estudió la carrera de periodismo en la Universidad Iberoamericana, lengua y literaturas hispánicas en el Colegio de México; también obtuvo el doctorado en Filología Hispánica en la Universidad Complutense de Madrid.
Ha sido profesor de la UAS, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), de El Colegio de Jalisco, del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), y de la Universidad Autónoma de Barcelona; ha colaborado también en revistas y periódicos como El Nacional, en Casa del tiempo, El Día, La Cultura en México, La Jornada y Nexos.
La siguiente entrevista está encaminada en conocer qué opina del Libro “El Cerebro de mi Hermano” de Rafael Pérez Gay; libro que fue presentado por el autor en el auditorio Miguel Ángel Granados Chapa, ubicado en los Talleres de la Licenciatura en Comunicación Social en la UAM Xochimilco el día 18 de Febrero del 2014, evento donde Álvaro Ruiz Abreu junto con los escritores Mónica Lavín y Hernán Lara fueron ponentes dando su apreciación a la obra de Rafael Pérez Gay. (Leer crónica del evento).
La cita para la entrevista había sido pactada en su cubículo, sin embargo, por contratiempos ajenos no se pudo realizar, así que la reprogramación de la misma implicó que no pudiéramos cumplir con los objetivos propuestos, que era la recopilación de la información mediante archivos de voz, fotografías y la filmación del momento. Incluso el tiempo fue limitado. Sin embargo, la duración poco extensa de la plática nos permitió conocer importantes aspectos que nos dejaron sin duda, una grata experiencia.
Así, con un Álvaro muy animado y dispuesto a hablar del tema, la charla comenzó en el salón en el que imparte clase. Después de un saludo caluroso y una sonrisa, nos invitó a dar inicio y así lo hicimos.
John Mendoza: ¿Cuál es su opinión como escritor de la ética que usa Rafael Pérez Gay al escribir, y posteriormente publicar este libro “El cerebro de mi hermano”, en el que hace referencia a la agonía de José María Pérez Gay?
Álvaro Ruiz Abreu: Bueno, en cuanto a la ética, que es un deber del escritor que es Rafael Pérez Gay... Bueno, no está violando ninguna ética por la sencilla razón de que todo escritor está en la libertad de expresar, de contar en este caso una historia ajena, una historia que le pasó al vecino, en este caso familiar vivida por él, por su familia y por su hermano que son los protagonistas de esta historia ¿ok? Entonces, para mí es muy legítimo que lo haga. Lo hace en nombre de una cuestión personal en primer lugar, que es esa libertad de la que estoy hablando, pero en “El cerebro de mi hermano”, el hermano menor siente la necesidad de reproducir algunos momentos de la vida de su hermano, de su familia y de él mismo. No es su vida ¡por supuesto! Yo que los conozco desde… ¡Dios mío! Pues ya, cincuenta, ya no quiero ni sumar. En cincuenta te puedo decir que literariamente hablando, que historia más estupenda, literariamente hablando, una vez que lo está contando Rafa Pérez Gay. Pero esa historia yo la conozco como un testigo, como un amigo de la familia, de ellos dos y sé que es mucho más variada, mucho más rica o mucho más pobre, mucho más lamentable, a lo mejor, con mayor éxito que lo que está en el libro.
El problema que se plantea en el libro es el de la realidad o la ficción y esos límites son muy leves, muy sutiles en la novela del mundo contemporáneo, porque hay mucha novela autobiográfica, muchísima. Entonces entramos a ese límite y es donde podemos encontrar la virtud que tiene la realidad que nos cuenta y también la virtud que tiene la ficción que narra. La ficción tiene fuerza por el lenguaje que usa, dirán es su razón de ser pero, ¿qué tipo de lenguaje? Es un lenguaje figurado, lleno de imaginación, riqueza estilística y esto implica un manejo de la figura retórica: la metonimia, la hipérbole, la metáfora, las imágenes, las comparaciones, el hipérbaton, yo que sé. Las herramientas son, pues eso, el material del que se vale un escritor para mostrar una visión, en este caso, desordenada (risas). Pero, fíjate ya lo lejos que estamos de la realidad.
La realidad nos lleva a ciertos momentos que son verídicos, tanto lo describe cuando se va el hermano, que estuvo allá quince años. ¡Claro que estuvo allá quince años! ¿Y qué? Todos podemos tener un maldito hermano que se fue a Shanghái o que se fue a la China o que se fue a Alemania, yo estuve allá y ¿eso qué? y a lo mejor tú lo cuentas y si no lo sabes contar, si no te apropias de esto que acabo de decir para contarlo, pues va a ser una pobre narración o una narración pobre o una narración frágil y débil que no te revela ninguna verdad, no de la realidad histórica, sino de la realidad de la ficción que es otra cosa. La ficción tiene su propia estructura y su propia realidad.
En este caso, ¿considera que las figuras retóricas que mencionó antes le hayan dado esta fuerte representación para que tenga una aceptación muy importante (el libro) para sus lectores, tanto los que lo han seguido por tanto tiempo, como los nuevos como nosotros que apenas nos integramos a su lectura?¾Ya citaste un elemento muy importante que tiene en cuenta el escritor de ficción: el lector. ¿Y cuál crees que es lector del escritor de ficción? Tú, yo, un estudiante de Alemania, de Estados Unidos, un argentino, no.
La representación que se hace un escritor es de un lector ideal, que lo compone y lo configura la misma prosa, la misma estructura narrativa que él dibuja. Borges no está buscando un lector de una fábrica automotriz, no está buscando un burócrata, no. La representación ideal del elector de Borges es un lector instruido, que sabe, que conoce mínimamente ciertas claves de la cultura occidental, cierto desarrollo de la cultura de occidente y a los escritores, digamos clásicos de esa cultura, en lo que él se basa para construir sus ficciones, ese es su lector. Bueno, era un ejemplo. Pero el lector de Rafa Pérez Gay… Él está buscando un lector que sea cualquier persona porque él es periodista y su prosa nace del estilo periodístico. ¿Qué quiere decir esto? Que su prosa nace de una práctica cotidiana de la escritura en donde se pone en juego la versatilidad, la agilidad que tiene un periodista para transmitir una idea clara y precisa de hoy en la tarde a mañana porque no hay tiempo. Él sigue escribiendo sus columnas, en “El Universal”, en “Nexos”, artículos, ensayos, columnas y crónicas en “La Razón de hoy”, ha dirigido suplementos culturales, etcétera.
Entonces, está pensando en un lector ávido de conocer este tipo de historia familiar, cotidiana basada en, como lo vemos, en una especie de intercambio de diálogo que establece contigo, su lector y de una manera siempre sencilla. Lograr eso, que yo digo sencillo, que es transparente, que es cotidiano ¡Ah! Eso ya es otra cosa. Para eso se requiere años de práctica, años de oficio, años de lectura, años de observación de la realidad cultural de México y el mundo, de la realidad social, etcétera, etcétera y lo vemos ahora en Rafa, como hasta ahora, a esta edad, alcanzó un estilo que yo llamaría híbrido, pero transparente. Un estilo, date cuenta, cotidiano, basado en eso, parece sacado de la tradición oral de la Ciudad de México. ¡Cómo hay frases así sueltas! ¿No? Parece que están volando y él las tomó.
Pienso que sería la oralidad, para eso se necesita astucia, conocimiento, trabajo para llegar a esa prosa compacta y precisa, llena de imágenes, que riqueza transmite ahí. Que ya el hermano que Álvaro Ruiz Abreu conoció allá en los años sesenta, sesenta y dos, yo mismo fíjate, se me pierde cuando lo leo ¿Por qué? Porque él hace una selección muy rigurosa que está en el libro. Es un corte de esa vida, de esa intelectualidad, de esa personalidad, de esa conducta que nos está transmitiendo, hizo un corte y además la dividió entre ficción y crónica, ¿eso para qué lo hace? Para jugar con el lector: “mira lector, esto es una crónica de mi hermano que nació en la Ciudad de México en 1931. Aquí nació, en la condesa, ahí vivía y ya de chavo se fue a Alemania” ¿Es eso, el libro es eso? Si fuera es ¿sabes qué hago con ese libro? (Busca el bote de basura y hace señal de arrojar algo), en fin un libro que no tiene mayor nivel de significación que el de la anécdota es una basura.
Y este tiene no solo un nivel, sino varios noveles de significación. Esa prosa no solo nos avienta a, como ya lo mencioné, a una anécdota. No colegas, podemos ver un desafío entre la vida y la muerte, a la enfermedad cruel que no se esperaban, a la fugacidad de la vida cuando dice: “Así es que ¿en dónde quedó en el cerebro de mi hermano el poema ‘Piedra de sol’ que le gustaba tanto? ¿Dónde quedó Lorca? ¿Dónde sus conocimientos de la filosofía alemana? Si de un plumazo se borra todo, nada, nunca” Esos son problemas del Carpe Diem que son temas clásicos de la tradición artística de la cultura de oriente y occidente.
Y allí es donde esta de esta forma tan desinhibida, es una prosa rápida, él mismo dijo que lo escribió en tres meses, pero no por eso no cuidada. ¾
– Como escritor ¿haría usted un libro similar y qué géneros abordaría?
–¡Sí claro! La novela es el género de los géneros y en la novela cabe la autobiografía, la reflexión social, teológica, filosófica, moral, espiritual, cabe la crónica, cabe el reportaje, cabe la poesía, cabe la intertextualidad como lo hace él, cita a Flaubert, a Walter Benjamin, a Balzac, bueno, a un montón de escritores. Así que claro que escribiría una novela como esta con todo esto, una novela híbrida en el collage que habla Kapuscinsky, periodista polaco, corresponsal de guerra, reportero, escritor, poeta, fotógrafo, etc. del que Rafa ha publicado cosas y le ha dado cabida.
“LA NOVELA ES EL GÉNERO DE LOS GÉNEROS Y EN LA NOVELA CABE LA AUTOBIOGRAFÍA, LA REFLEXIÓN SOCIAL, TEOLÓGICA, FILOSÓFICA, MORAL, ESPIRITUAL, CABE LA CRÓNICA, CABE EL REPORTAJE…” - ALVARO RUIZ ABREU
– ¿Existe un pasaje o escenario del libro con el cual se identifique o le haya dejado marcada la memoria?
– Muchísimas, claro. Porque están aquí literariamente en el libro, pero para colmo, yo también viví muchas de esas. Como cuando dice que vino de Europa su hermano y le trajo aquel libro de Adolfo Bioy Casares que se llama “Borges” y que mí me lo había regalado Chama Pérez Gay en la librería Rafael Alberti de Madrid. Compró dos ejemplares, pero yo pensé que uno era para él y el otro que me estaba regalando, pero no, era para Rafa. Digo, por decir algo, pero al citar el poema de Octavio Paz, me acuerdo demasiadas veces, cuando él regresaba de Alemania y ya, inmediatamente echaba mano, llegaba a la casa de Héctor Aguilar y ahí estábamos reunidos en esas jornadas de madrugada que duran hasta la mañana y leía “Piedra de Sol” y lo volvía a leer: “si no se miran ni reconocen en el mundo real, cambian, encarnan los deseos, brotan alas en las espaldas del esclavo”… Claro, me conmueve hasta las lágrimas… ¿cómo habrá sido?…
En este momento, Álvaro saca un pañuelo y nos mira conmovido, sus ojos se vuelven acuosos y se pone sus anteojos.
– Yo creo que ya tienen suficiente con esto para su trabajo…
Sin duda, Álvaro Ruiz Abreu es un ser muy sensible que al recordar a su entrañable amigo, se conmueve al grado de intentar terminar la sesión. Decidimos respetar su decisión por lo que intentamos terminar la sesión lo más pronto posible. Así que después de un suspiro, se dispuso a tomar sus cosas para salir, sin embargo, nos concedió un par de preguntas más.
– En lo poco que va del año se han perdido grandes plumas como Juan Gelman, José Emilio Pacheco o Federico Campbell, sin duda hay más plumas, pero ¿qué será de la literatura mexicana el día que se extingan todas las que quedan, qué será de esta literatura, de cada uno de sus géneros y de dónde se podrían sacar más escritores si existe una limitación muy fuerte en la educación?
– Sobre las pérdidas, dejan huérfana a la literatura mexicana, pero por fortuna una cultura y una literatura se nutren de muchísimos elementos y ahí están los jóvenes, ahí están ustedes que van retomando el hilo y atrás están otros y atrás otros y otros. O sea que hay muchísimo, es decir, me opongo a la idea que algunos tienen: “Que se murió Borges, ya nos llevó el tren porque no va a haber otro Borges” Pues claro que no, pero sí otros equivalentes a él. La historia se renueva. José Emilio Pacheco era un gran vaticinador de esta idea, pero no se va a acabar con nadie. El mundo se va a cavar solamente para lo que se mueren, sin embargo su obra si la siguen leyendo seguirá…
Con una sonrisa amable y después de un par de fotos, salió del aula despidiendo también a sus alumnos. Sin duda, nos dejó una gran experiencia, puesto que pocas veces tendremos la oportunidad de sostener una charla tan satisfactoria con un personaje de la talla de Ruiz Abreu.
